Bruselas frena el optimismo que mostró el canciller Jorge Faurie la semana pasada en la ‘capital’ europea tras varios días de negociaciones sobre el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.
Faurie, como sus homólogos de los países de Mercosur, dio cuenta de avances y de que las negociaciones habían acelerado y aseguró en una conversación con Clarín que “a partir de finales de agosto –tras el parón vacacional europeo- podremos empezar a trabajar finalmente en la última parte”. El objetivo sería tener un acuerdo para principios de septiembre, antes de que dé inicio oficialmente la campaña presidencial brasileña.
La Comisión Europea, responsable de las negociaciones en nombre de los 28 países de la Unión Europea, rebaja ya ese optimismo. Bruselas estima que sigue habiendo diferencias que hacen muy complicado cumplir con el calendario que adelantó Faurie. Una fuente del brazo ejecutivo de la Unión Europea dijo que “es demasiado temprano para decir cuándo se logrará un acuerdo político, pero para principios de septiembre para ahora mismo imposible”.
La misma fuente dijo que queda demasiado trabajo por hacer para creer que para septiembre se pueda llegar a un acuerdo y se refirió a que sigue sin llegarse a un acuerdo en apartados clave de la negociación como el acceso de los lácteos europeos al Mercosur, las indicaciones geográficas, las exportaciones de autos y piezas de autos de Europa a Mercosur, la importación de carne de Mercosur a Europa o la apertura que piden los europeos del mercado de servicios marítimos de los países de Mercosur.
Faurie había reconocido el viernes, tras sus negociaciones en Bruselas, que quedaban problemas en automotriz, en indicaciones geográficas, en lácteos, en reglas de origen y en el acceso de los productos agropecuarios de Mercosur a Europa. El canciller admitía esos puntos abiertos pero aseguraba que se hicieron “avances” en todos ellos y que en el caso del automotriz “está pronto a cerrarse”.
Además de en los plazos también hay dudas en los contenidos de las reuniones. Faurie dijo que “las expectativas de Mercosur son conocidas por la Unión Europea”, que tanto Mercosur como la UE conocen “las sensibilidades” de la otra parte y que el trabajo ahora consiste en “aproximarnos a las expectativas del otro”. Pero fuentes europeas explican que dudan de que los países de Mercosur estén en la misma línea y que hay diferencias entre ellos que todavía deben sustanciar.
La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, reconoció a finales de la semana pasada a la prensa que, a pesar del “buen progreso” de las negociaciones, “estamos tratando con asuntos muy complicados y queda una larga lista”.
Las mismas fuentes admiten que el proteccionismo de Donald Trump hace que Europa intente sacar adelante más acuerdos comerciales (Canadá en 2017 y Japón este año, con la vista puesta en Mercosur mientras se actualizó el acuerdo con México y se empieza a negociar con Australia y Nueva Zelanda) y que esa es una de las grandes bazas para creer que la UE y Mercosur podrán limar sus diferencias para firmar un acuerdo.
Fuente: Clarín